Alrededor del
cuadro de “Las Meninas” de Velázquez podemos ver, en el museo del Prado, muchas otras obras de arte de pintores muy famosos.
Vamos a conocerlas
de forma divertida, entendiendo qué es lo que representan, quiénes son los
personajes que aparecen, quién es el autor… y vamos a descubrir muchos de los secretos y misterios que
ocultan.
Cada cuadro será como un cuento que vamos a ir contando, como
si estubieramos en el museo.
La sagrada familia del pajarito
Qué pintura más agradable, ¿verdad? Su autor es Murillo, un
pintor español muy religioso que vivió en el siglo XVII.
Obsérvala atentamente, ¿qué ves?, ¿cuántos personajes hay? Y
¿qué están haciendo?
Es una escena muy sencilla, en el centro hay un niño
precioso jugando con un pajarito, a nuestra izquierda una señora hilando que le
mira con cariño y a nuestra derecha un señor, que al fondo ha dejado su mesa de
trabajo para jugar con el niño.
¿Sabrías quiénes son? ¿Podría ser una familia? Está claro,
¿verdad? Ella es la madre, el señor es el padre y el niño es el hijo, al que
vigilan porque es muy pequeño.
Pero… ¿qué tendrá de especial esta familia para que la pinte
Murillo? Se trata de la familia de Jesús, por lo que él es el niño, María es la
madre y San José es el padre, ¿te habías dado cuenta?
Lo que ocurre es que el
pintor la representa de un modo muy sencillo, como si fuera una familia normal
de su época, ¿Sabéis por qué? Porque de este modo las personas que miraban esta
pintura creía que estos personajes sagrados se parecían a ellos y los sentían
más cercanos.
La familia de Carlos IV
¡Qué cuadro más grande! Y cuánta gente, ¿verdad? Deben ser
todos muy importantes, ¿sabes quién los conoce muy bien? El niño pequeño que
aparece retratado, el Infante Francisco de Paula.
Aparece con toda su familia en este retrato que hizo el gran
Francisco de Goya en 1800.
Goya es uno de los pintores más importantes de toda la
historia, ¿Sabes cuántos años vivió? ¡Más de 80! Así que le dio tiempo a pintar
muchísimo.
Al Rey Carlos IV, el padre
del Infante, le gustaba tanto que le nombró su pintor y le encargó este
retrato.
En el centro aparecen el Rey y la Reina, la infanta María
Luisa, que son los padres de Francisco de Paula; su madre le está dando la mano
y es la gran protagonista. El chico vestido de azul que está a la izquierda es
su hermano, el Príncipe de Asturias, que más tarde será el Rey Fernando VII. La
chica que está a su lado ocupa el lugar de su prometida, y no le vemos la cara
porque en ese momento todavía o la conocían. El resto son otros miembros de la
familia Real.
Al fondo, a nuestra izquierda, aparece otro personaje,
Francisco de Goya, que decidió retratarse a él mismo pitando un gran lienzo.
Esto ya lo había hecho mucho antes el gran maestro Velázquez
en Las Meninas, y lo aprendió de él.
El jardín de las Delicias
Sin duda alguna, esta es una de las pinturas más enigmáticas
que resulta muy divertida por todo el colorido y la cantidad de personajes que
tiene.
Fue pintada por el Bosco a principios del siglo XVI. Se trata
de un tríptico, porque está compuesta por tres tablas diferentes. Para
entenderla mejor vamos a seguir una serie de pistas, ¿vale? Empezamos:
¿Imaginas cómo sería esta obra cerrada?
¡Qué contraste de color! Están pintadas en tonos grises y en
ellas el Bosco realizó un enorme globo que representa a la tierra cuando tan
solo tenía vegetación, es decir, en el tercer día de su creación.
Ahora mira la tabla izquierda, ¿Qué crees que se representa?
Se titula “El paraíso”, y en ella aparece Dios padre vestido
de blanco cogiendo de la mano a Eva para presentársela a Adán. Junto a ellos
está el árbol de la vida, que es un Drago, y un poco más arriba a la derecha el
árbol del bien y el mal, con la serpiente enrollada.
Mira ahora la tabla central
Se llama “El jardín de las
delicias”, y es la que da el título a toda la obra. Está llena de personas de
diferentes razas y de animales y frutas gigantes ¡parece un mundo al revés!
Fíjate muy bien en las personas, ¿Qué hacen? ¿Alguna de ellas está trabajando, o
cuidando a sus hijos? No, ¿verdad? Todas se encuentran en una gran fiesta y no
se dan cuenta que así no pueden estar toda la vida, pues la felicidad dura muy
poco y tienen otras obligaciones. Pues eso es lo que el Bosco quiere condenar:
el pecado.
Por último observa la tabla
derecha
¿En qué se diferencia de las otras dos? Está claro, lo que
más destaca son los colores oscuros frente al gran colorido de las pinturas
anteriores, ¿por qué será? ¿qué se representa? Fíjate bien, está llena de
contrastes: mientras que en la parte superior hay un incendio, en el centro
vemos a unos esquiadores. Todo está inmerso en un mundo lleno de monstruos que
devoran a hombres o instrumentos musicales que los torturan. Tan solo hay un
personaje que nos mira fijamente, está en el centro, es un hombre árbol blanco.
Adivina quién es.
Se trata del demonio, y como habrás descubierto ya en esta
tabla se representa el infierno.
¿Qué te ha parecido este tríptico? Es un poco fantástico,
¿no?
¿Sabes a qué pintores del siglo XX les gustó mucho?
Los pintores surrealistas se quedaron encantados con esta
obra del Bosco, y algunos de ellos, como Dalí, imitaron algunas figuras.
Idilio. Mariano Fortuny i Marsall.
La
música inundaba todos los rincones, pero el niño de las flautas solo escuchaba
su propia melodía…
¿Qué
hacía ahí tan solo? ¿No se aburre?
El
niño, sentado sobre una columna, estaba desnudo y tenía el pelo alborotado,
pero no estaba solo, ni parecía aburrirse.
Su música
era su amiga y le acompañaba, además, a su lado, una oveja blanca y peluda
mordisqueaba la hierba y movía la cabeza.
¿Podría
ser un pastor?
Alegoría del oído. Jan Brueghel de Velours
La música de Idilio nos llevó hasta un inmenso salón, allí,
en el centro, una mujer y un niño cantaba acompañados de varios animales, que
escuchaban atentamente y bailaban con los sonidos de los instrumentos musicales
y los pájaros más exóticos.
¡Prestad atención al tic tac de los relojes!
Niños en la playa. Joaquín Sorolla y
Bastida.
Más adelante, tumbados a
orillas del mar, tres niños se bañaban desnudos y jugaban.
¡Eso sí que parece divertido!
Baltasar Carlos a caballo y Baltasar Carlos
cazador.
Velázquez, además de pintar
“La familia de Felipe IV”, realizó muchisimas más obras, entre ellas
algunos cuadros del príncipe Baltasar Carlos.
En el primero de los que vemos, aparece montando a caballo,
con unos 5 o 6 años. De la mano lleva una bengala y sobre la cabeza un sombrero
negro.
El caballo tiene una larga cola y crines que agita el viento.
En el segundo, aparece vestido de cazador, sosteniendo una
escopeta. Su perro estaba dormido junto a el y no dijo ni ¡guau!, y el galgo,
que estaba escondido a la derecha, sonrió sin mover siquiera una oreja.